Cuando vas a un parque de atracciones, además de emociones fuertes y montañas rusas corriendo a muchos kilómetros por hora, también necesitas un lugar en el que reposar los pies tranquilamente durante unos minutos y dejar, simplemente, que te lleve de un lado a otro. En Disneyland y Disneyworld se llamó PeopleMover, y en su momento estaba patrocinado por Goodyear, hasta el punto en el que, lo que se escuchaba en el interior de la atracción, era el jingle de la empresa. Publicidad poco encubierta, sí, pero si en la marca de neumáticos hubieran sabido la masacre que iba a pasar en su nombre, es probable que no hubieran querido ni acercarse.

El cocherito leré 3b6h19
PeopleMover era una atracción consistente en varios trenecitos que hacían un tour por Disneyland subidos en vías elevadas. Por entendernos, un monorraíl que, de hecho, en un principio se pensó como un prototipo para una red de transporte público en las ciudades. Sin embargo, en agosto de 1995 cerró sus puertas sin que nadie supiera muy bien por qué -teniendo en cuenta que las vías aún están construidas y no podía ser muy caro mantenerlo abierto-. Su legado queda en Disneyworld (donde sigue abierto) y en la película Wall-E, donde podemos ver una referencia obvia al PeopleMover.
Quizá el motivo fueron las varias muertes que sucedieron en la atracción a lo largo de los años. Sí, parece la cosa más inofensiva del mundo, pero precisamente por eso varios adolescentes creyeron que podían jugar con su vida (y, al final, perderla). El primer incidente sucedió en agosto de 1967, solo un mes después de abrir, donde un adolescente de 16 años murió saltando entre coches... mientras el PeopleMover estaba pasando por un túnel. Se tropezó, cayó a la vía y el siguiente tren le aplastó entre sus ruedas, llevando su cuerpo inerte varios metros hacia delante hasta que pudieron parar. Traumita asegurado.

Cinco años después, en 1972, a una chica se le cayó su gorra de Mickey Mouse, y bajó a las vías a recuperarla, sin darse cuenta de que tendría subirse a otro coche o que correr a una salida. Sin embargo, no estaba bien señalizada y acabó cayéndose al asfalto en una caída de más de 9 metros en la que se rompió un brazo, la cadera y la pelvis: acabó denunciando a Disney, pero no está claro que ganara. Finalmente, en 1980 otro chaval de 18 años que estaba caminando entre los distintos vagones del metro también se tropezó y fue atropellado en un túnel. ¿Queréis un consejo si váis a Disneyland? No hagáis tonterías. De nada.